martes, 30 de mayo de 2017

MIQUI XV
...Cuando volvimos a separarnos para bailar suelto, recuerdo que volví a cubrirme los pechos. Ese año me habían crecido bastante pero no llegaban a las dimensiones de los de Miqui por ejemplo y además eran muy redondos y firmes por lo que solía vestirme las camisetas sin nada debajo.
-No seas tímida -dijo Hulk mientras tomaba de nuevo mis muñecas y tiraba hacia fuera para descubrírmelos-. Tienes unas tetas preciosas. No hay motivo para que te avergüences de enseñarlas.
-Pero es que sí me da un poco de vergüenza, ¿sabes? -le dije.


Me dirigió una sonrisa burlona y piropeó como no esperaba mis pechitos:
-No las tienes tan grandes como tu prima, pero son unas tetas preciosas, tan suaves, tan redondillas y bien hechas. Siempre me han gustado las tetitas tiernas como las tuyas, parece que se les trasparenta la piel. Te las comería.
-Eres un caradura, ¿sabes?
-Mejor dicho, te las comeré.
-Sí, seguro, ja, que te has creído tú eso.
Un intenso rubor alcanzó mis pómulos, pero a alguna parte de mi cuerpo le habían encantado esas palabras y el tono pícaro con que le respondí.
Luego me acarició los brazos ascendiendo desde las muñecas y siguió comentando sin abandonar su sonrisa de diablo:
-Lo cierto es que toda tú eres de una suavidad increíble. El único miedo que tengo es que te me puedas romper.
-Soy más fuerte de lo que piensas.
Y por seguirle el tono de broma y quizás porque empezaba a divertirme aquel juego, le dije:
-Imagino que como cualquier chica de 16.
-Te aseguro que no. Incluso más jovencitas no son tan delicadas y suaves.
"Será cerdo", pensé, "¿está insinuando que ha estado con chicas menores, un tío que pasa de los 30?". 
Su sonrisa era odiosa por una parte, pero por otra seductora. Gustaba que te mirase así, dejando tan a las claras lo mucho que te deseaba.
Pero yo no quería que lo supiera. Seguía siendo borde con él. Ya se me había pasado el efecto de sus tiernos abrazos.

No creo que le importara. Ahora sé que pretendía echarme un buen polvo y todo lo que se alejase de ese objetivo le tenía sin cuidado.

A mí volvían a entrarme las ganas de irme. Y sintiendo de nuevo la rabia que me había inspirado toda la noche conseguí liberarme de sus asquerosos toqueteos. Incluso me puse de costado (no me atrevía a darle la espalda) como si bailara para mí sola... CONTINUARÁ.

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