miércoles, 31 de mayo de 2017

MIQUI XVI

....Parecía que no le importaba o no se daba cuenta del mensaje implícito en mi actitud. Comenzó a sonar  el "You Never Can tell" que bailan Uma Thurman y Travolta en "Pulp fiction". Sin duda, había grabado una mezcla muy curiosa de canciones. 
Sin preocuparse de que yo lo estuviera mirando con cara de mala uva, comenzó a bailar imitando los pasos de Travolta en la peli y yo no pude evitar, primero una leve sonrisa y después reírme a carcajadas, porque era sumamente patoso.


-No dirás que no lo hago bien.
-Oh, sí, de maravilla -le respondí sin dejar de reírme- Pareces el auténtico Travolta.
-De hecho fui yo quien le enseñó a ese tío los pasos del baile -bromeó mientras se quitaba su propia camiseta y la ondeaba al ritmo de la música.
Si ya vestido parecía un tío imponente, cuando se quedó desnudo de cintura para arriba me sorprendió cómo se le marcaban los músculos del pecho y abdominales, que contraía a conciencia con sus espasmódicos movimientos. Me querría impresionar. Lo cierto es que tan duros, depilados y brillantes, resultaban bonitos. Se notaba que se sentía orgulloso de ellos. Y también que se había percatado de que yo lo miraba como una auténtica boba.
-¿Te gustan? -me preguntó, sin interrumpir su desastroso ritmo.
-¿Qué?
-Que si te gustan.
-No estás mal -le dije, poniéndome un poco colorada porque sentía haberme mostrado demasiado atrevida.
-Pues, no creas, mi trabajo me cuesta mantenerlos.
-No me extraña -volví a decirle, ya más deshibida, gracias a que no me esperaba una respuesta que incluso podría considerar amable.
-Si te apetece, puedes tocarlos -dijo, golpeándose con la palma abierta en la zona del estómago.
-No, gracias.
Sin apenas darme cuenta ya estábamos bailando de nuevo frente a frente.
-Tienes buen perfil -dijo con ironía- pero prefiero que las chicas monas me miren a los ojos.
Le saqué la lengua.
Se rió.

Como no estoy acostumbrada a beber y habíamos bebido bastante, me entraron de pronto ganas de orinar. Aún no había terminado "You Never Can tell", cuando le pregunté:
-¿El baño está detrás de las cortinas?  
-No hay baño.
-No seas tonto, Hulk, que me estoy meando.
-Pues tendrás que salir a la calle. Al aire libre es más güay.
-¿En serio?
-Totalmente en serio.
Me dirigí a recoger mi camiseta, pero me lo impidió, tomándome de una mano y diciendo:
-Tenemos una noche espléndida, y afuera no va a verte nadie. No es necesario que te vistas.
Yo me quedé un momento quieta, como paralizada, porque a aquellas horas de la noche, me daba miedo salir a un sitio tan oscuro y rodeado de pinos. Él debió advertirlo en mi rostro porque me preguntó:
-¿Quieres que te acompañe?
No es que me hiciera mucha gracia, pero le dije:


martes, 30 de mayo de 2017

MIQUI XV
...Cuando volvimos a separarnos para bailar suelto, recuerdo que volví a cubrirme los pechos. Ese año me habían crecido bastante pero no llegaban a las dimensiones de los de Miqui por ejemplo y además eran muy redondos y firmes por lo que solía vestirme las camisetas sin nada debajo.
-No seas tímida -dijo Hulk mientras tomaba de nuevo mis muñecas y tiraba hacia fuera para descubrírmelos-. Tienes unas tetas preciosas. No hay motivo para que te avergüences de enseñarlas.
-Pero es que sí me da un poco de vergüenza, ¿sabes? -le dije.


Me dirigió una sonrisa burlona y piropeó como no esperaba mis pechitos:
-No las tienes tan grandes como tu prima, pero son unas tetas preciosas, tan suaves, tan redondillas y bien hechas. Siempre me han gustado las tetitas tiernas como las tuyas, parece que se les trasparenta la piel. Te las comería.
-Eres un caradura, ¿sabes?
-Mejor dicho, te las comeré.
-Sí, seguro, ja, que te has creído tú eso.
Un intenso rubor alcanzó mis pómulos, pero a alguna parte de mi cuerpo le habían encantado esas palabras y el tono pícaro con que le respondí.
Luego me acarició los brazos ascendiendo desde las muñecas y siguió comentando sin abandonar su sonrisa de diablo:
-Lo cierto es que toda tú eres de una suavidad increíble. El único miedo que tengo es que te me puedas romper.
-Soy más fuerte de lo que piensas.
Y por seguirle el tono de broma y quizás porque empezaba a divertirme aquel juego, le dije:
-Imagino que como cualquier chica de 16.
-Te aseguro que no. Incluso más jovencitas no son tan delicadas y suaves.
"Será cerdo", pensé, "¿está insinuando que ha estado con chicas menores, un tío que pasa de los 30?". 
Su sonrisa era odiosa por una parte, pero por otra seductora. Gustaba que te mirase así, dejando tan a las claras lo mucho que te deseaba.
Pero yo no quería que lo supiera. Seguía siendo borde con él. Ya se me había pasado el efecto de sus tiernos abrazos.

No creo que le importara. Ahora sé que pretendía echarme un buen polvo y todo lo que se alejase de ese objetivo le tenía sin cuidado.

A mí volvían a entrarme las ganas de irme. Y sintiendo de nuevo la rabia que me había inspirado toda la noche conseguí liberarme de sus asquerosos toqueteos. Incluso me puse de costado (no me atrevía a darle la espalda) como si bailara para mí sola... CONTINUARÁ.

lunes, 29 de mayo de 2017

MIQUI XIV
Creo que estoy un poco cansada -se me ocurrió decirle como excusa a Hulk, a ver si desistía de que siguiéramos bailando juntos. Pero el muy cerdo, tiró de mis muñecas para que nuestros cuerpos se acercaran y apoyando mi cabeza en su hombro, me susurró:
-Puedes descansar aquí.
-No, gracias -dije yo, procurando alejarme- Prefiero que bailemos suelto.
-Como quiera la nena.
-Hulk, te pido por favor que no vuelvas a llamarme nena.
-Favor concedido. Pero recuerda que lo justo es favor por favor. Me debes uno.
-Oye, guapo -me atreví- yo no te debo nada. Y disculpa pero estoy que ardo -seguía inventándome excusas. Incluso separé el cuello de la camiseta y soplé dentro. Aunque la verdad es que me sentía bastante acalorada.
-O sea, que pretendes decirme que estás muy caliente.
-Si sigues por ese camino, te juro que me voy.
-¿Adónde?
-Quiero decir que regreso con Eddie.
-Con Eddie ya has bailado bastante. Ahora toca que bailes conmigo -respondió dirigiéndome una malévola sonrisa -¿O no te apetece?
-No es eso, Hulk -quise contestarle con un tono más amistoso, a ver si esa táctica me daba mejores resultados para librarme de él.

Seguimos bailando sin que me quitase los ojos de encima. Me miraba como si quisiera desnudarme con la mirada. Yo procuraba evitar su mirada dirigiendo la mía al suelo y moviendo la cabeza de modo que el pelo, ahora ya libre de ataduras, me tapase la cara, encendida como si la quemasen las llamas de un fuego. 
Bailaba tan desastrosamente mal pero tan convencido de que era un excelente bailarín que casi comenzaba a causarme gracia. 
De pronto me soltó una de las manos y con la otra levantó la mía para obligarme a girar una vuelta completa. Reconozco que lo hice con mi mejor estilo. Entonces volvió a acercarse a mí,  me susurró al oído:
-Bailas como una diosa.
Iba a decirlo cómo bailaba él pero no quise ofenderlo y me limité a responderle con una de mis habituales sonrisas. En esta ocasión a causa de lo que estaba pensando sobre su estilo de bailar.
Él, ajeno a lo que yo pensase, apoyó sus manos en mis caderas y, tras un breve balanceo, me las introdujo bajo la camiseta. Al sentirlas ciñéndome la cintura, yo se las aferré con todas mis energías.
-¿Qué haces?- le dije.
-No ves a Miqui. Creo que hace tiempo que debías de habértela quitado.
-Pero es que no quiero.
Sus manos no solo no desistían de tocarme sino que pretendían seguir ascendiendo. Tan fuertes y presionando mi cálida piel, incluso me provocaron un ligero escalofrío.
-Estarás mucho más guapa y no pasarás tanto calor -insistió.
-Ya no tengo calor.
-No me mientas -dijo, tirando de mi camiseta hacia arriba sin excesiva brusquedad pero sin importarle mi resistencia. 
Yo continué porfiando para que no me la pudiera sacar.
-Eres un fresco -le dije.
-Lo que pretendo es que tú estés fresca también.
-Muy gracioso.
-Me gusta ser gracioso.


-Pues yo no le veo la gracia.
-Se la verás, no te preocupes.
Sin inmutarse por mis gestos ni por la lucha de mis manos de chiquilla aferradas a sus manos, continuó intentado sacarme la camiseta y de pronto comprendí que lo mejor sería permitirle que me la sacara. Estiré como una tontita sumisa mis brazos hacia arriba y no opuse más resistencia. "Al fin y al cabo qué importancia tiene", pensó mi cabecita loca, o la cabecita estimulada con lo que nos habíamos bebido.
-Eso está mucho mejor ne..., preciosa. No sabes lo divina que estás.
Me avergonzaba pero no sabía qué hacer.
Él no dejaba de mirarme los pechos, sorprendido, o salido.
-Tienes unas piernas muy sexis -siguió diciendo-. pero no sabes cómo me gustan tus tetas. 
Le saqué la lengua.
-Tú lengua también me gusta.
-Eres un cerdo.
-Pronto cambiarás de opinión.
-Seguro.
-Ven -dijo, acercándome a él. Me estrechó entre sus brazos y como si quisiera mostrarse cariñoso conmigo me acarició el pelo y solo cuando lo miré con gesto de sorpresa, descendió hacia la espalda y me besó en la mejilla como si quisiera sorprenderme.
De hecho lo había conseguido. No era eso lo que esperaba y creo que me volvió vulnerable. Aún le dije:
-Oye, no lo vuelvas a hacer, ¿vale?
Él sonrió y apoyó mi cabeza en su pecho, ya sin encontrar mi resistencia. Y entonces me siguió acariciando hasta alcanzarme el culo, volvió a repetir lo mucho que le gustaba y no supe negarme cuando me tomó por la barbilla para darme un pico en los labios. Me entregué a su beso como una boba. Morreamos, me metió la lengua en la boca y mientras lo hacía me acarició con una mano las nalgas que yo le había permitido que acercase cuanto quisiera a su sexo y tampoco le había reprochado que me tocara un segundo antes.
Oh, dios, me estaba dominando. Yo lo odiaba y él estaba haciendo conmigo lo que quería. Puede que influyese lo mayor y fuerte que era y yo una cría ingenua y que me diera un poco de miedo. Nos habían llevado a una casa abandonada en plena noche y allí no iba a encontrar a nadie que me defendiese de él. Aunque en un arrebato de coraje, pensé, igual no necesito que nadie me defienda.
Empezaba a gustarme lo bueno que estaba, lo mucho que me deseaba y cómo, insolente y todo, me estaba poniendo cachonda como pocos tíos lo han conseguido. Qué tiene de malo que me dé un lote con él? Aunque tampoco ignoraba que un tío de su edad igual no se conformaba con darse un lote con un bomboncito como yo y pretendería follarme, eso sí que me daba mucho miedo.
Oh, Pe- volví a pensar, eres una tonta, mejor no pienses y disfruta.
Mientras yo pensaba eso, él había dejado de besarme, me había separado de nuevo el pelo de la cara para que nuestras mejillas volvieran a rozarse y ya no se cortaba en levantarme la mini por detrás y acariciarme bien acariciado con sus manazas, mi culo, que no niego que empezaba a encenderse.
Fue cuando sentí mayor miedo a que me quisiera follar...

CONTINUARÁ.
PUEDES SEGUIR LAS APASIONANTES AVENTURAS DE PENÉLOPE EN EL SIGUIENTE ENLACE:



viernes, 26 de mayo de 2017

MIQUI XI


Reconozco que según pasaba el tiempo bailábamos más y más animados. Eddie se me acercaba al ritmo de la música para luego alejarse. O me tomaba de una mano para ayudarme a girar sobre mis propios pies. Cuando quedaba a mis espaldas, se aproximaba hasta rozarme por atrás y yo, con mi estilo de bailarina, vencía mi cabeza para que que la mirada de nuestros ojos se encontrara. 
En uno de esos giros nuestras mejillas quedaron tan juntas que sentí el roce suave de la comisura de sus labios.

No se atrevió a besarme. Sin embargo, me ardía la cara y sentí un vuelo de mariposas en el estómago. Aún así giré media vuelta para que quedásemos bailando frente a frente. Su mirada me recordó la manera que había utilizado para mirarme en el pisci antes de que Miqui me hablara de él y la fiesta. 

 Me gustaba pero no me cabía ninguna duda de que yo le gustaba bastante también.
Las mariposas me seguían revoloteando cuando apoyó ahora sus dos manos en mis caderas, aún lejos uno de la otra. Pero se me fue acercando sin perder el ritmo hasta que percibí que su vientre rozaba en el mío. Hube de contenerme para ahogar un suspiro. 
Se había inclinado para que su nariz se apoyara en la punta de mi nariz. Un mechón de pelo le cayó sobre la frente. Si no resultara cursi diría que me estaba enamorando de aquel chico guapísimo pero tan mayor (ahora me doy cuenta de que siempre me ha gustado salir con chicos mayores que yo, y a veces me pregunto sino tendrá en ello algo que ver que papá le lleve diez años a mamá). Por cierto no quería ni pensar lo que ella diría si se entera de que estoy en un sitio así, bailando con un chico, considerando además que no solo me ve como su niña, sino que piensa que soy una muy inocente. No soy tan inocente, aunque en mis planes de esa noche solo entraba divertirme un poco bailando y gastando bromas, y si me hubiera detenido a pensarlo no parecía el ambiente oportuno para eso solo, mi prima y yo solas con dos tíos adultos, bastante mayores que nosotras y que nos habían llevado a una casa alejada del pueblo donde nos invitaban a beber y bailar. Pero, no sé por qué en aquellos momentos no quise rayarme demasiado con esas cosas. 

Eddie y yo nos aguantamos la mirada aunque estaba temblando por dentro y él estampó un delicioso piquito en mis labios.
Pensé que me iba a abrazar y besarme a conciencia, pero sus pies retrocedieron y ambos recobramos nuestros rítmicos pasos de baile. 
De alguna manera se lo agradecí, aunque puede que también me sintiera un poco decepcionada. Me lo quedé mirando y lo único que se me ocurrió pensar, fue, "mira que está bueno el tío". Ya no solo me parecía guapo, sino un auténtico bombón. Hubiera dado algo por conocer lo que él estaba pensando.

Comenzaba a sentir como si ascendiera muy rápido la temperatura de mi cuerpo. Me sudaban las axilas, la frente y la nuca, por no referirme a otras zonas más íntimas. En esa época llevaba una linda melena que me llegaba por debajo de los hombros. Me peiné utilizando los dedos a modo de peine y tratando de recogerla hacia atrás para que me refrescase el rostro, como si fuese a hacerme una cola. Con ella recogida entre el índice y el pulgar me acerqué a Miqui para preguntarle si tenía una goma elástica.
-¿Cómo dices?
-¡Que si tienes una goma para el pelo!, le chillé porque le música no permitía oírnos.
-No, cariño, nunca utilizo gomas con mi pelo.
-Yo tengo gomas en el coche -dijo entonces Hulk.
-¿Harías el favor de dejarme una? -le dije yo con toda mi inocencia.
-Por supuesto, bonita. Te puedo dejar todas las gomas que necesites. Y si quieres las colocó yo.
-Anda, Pe, sigue bailando ¿No sabes a qué se refiere? -dijo Miqui empujandome hacia mi espacio de baile.
Mientras me alejaba aún oí al estúpido de Hulk comentar:
-¿Tan ingenua es tu prima?
Y una respuesta de ella que no me esperaba:
-Ésta será todo lo mona que quieras pero me da que en la capi solo se dedica a estudiar y ser una niña buena para que sus papás no la riñan. 
Me alejé como si no los hubiera oído, pero sintiendo rabia hacia aquellos dos payasos que, sin duda, pretendían burlarse de mí. 
Estaban fumando y quizás les hiciese efecto. Hulk fumaba un canuto que le había visto liando, aunque cada dos o tres caladas se lo colocaba a Miqui en los labios y ésta inhalaba tragándose el humo, parte del cual exhalaba después de unos segundos hacia el rostro del chico cachas pero hortera con el que estaba bailando, como si fuese una experta fumadora.
Cuando Eddie me preguntó y le conté lo que acababa de decirme su amigo, se rió, me tomó de los brazos y me preguntó:
-De verdad, Penélope ¿no sabes a qué se refiere?
-No -contesté yo como una tonta muy tonta.
-Condones, bonita. Se refería a que lleva condones en el coche.
-Ah, no caía, seré imbécil-. Y noté un intenso rubor subiéndome a las mejillas, por si ya era poco el calor que recorría todo mi cuerpo.
Los miré con desprecio un instante, pero ni se enteraron porque allí seguían haciéndose carantoñas -aunque sería más preciso decir, metiéndose mano- entre volutas de humo.... CONTINUARÁ.


jueves, 25 de mayo de 2017

MIQUI X

  ...Acto seguido me tomó de la cintura y entramos a aquella vieja casa en medio del bosque que solo podía imaginarme dedicada a guardar ganado o a labores agrícolas.

  Según entrabas se accedía a una única habitación, bastante grande, con cuatro columnas sosteniendo el techo y dos míseras bombillas que emitían una luz muy pobre. 
   Se habían limitado a ponerle un suelo de baldosas y pintarla de blanco. Los únicos muebles eran una pequeña mesa adosada a una pared, que sostenía un equipo de música, dos bafles y varias botellas de licores, y al lado una nevera que imaginaba llena con más bebida. 
Al fondo de ese espacioso salón colgaban unas inmensas cortinas de terciopelo granate que a primera vista imaginé que ocultaban algún dormitorio y el baño. 
   No había terminado de recorrer con mis ojos de asombro la estancia cuando comenzó a sonar a todo volumen "The Bad Touch", de Bloodhound Gang. La verdad es que el equipo era muy bueno y el volumen no iba a representar ningún problema, pues en algunos quilómetros a la redonda no podíamos molestar a nadie.
   La música siempre ha influido positivamente en mi ánimo y como Eddie se acercaba en ese momento a mí para ofrecerme, además de una amable sonrisa y la mirada penetrante de sus preciosos ojos azules, uno de los cuatro botellines de cerveza que Hulk acababa de abrir con sus propios dientes, mis pies comenzaron a moverse al ritmo de la música. No quiero parecer presumida pero siempre he tenido mucho estilo para bailar. 

Luego los chicos propusieron un brindis, chocamos las botellas y dimos un profundo trago, con lo que parecía que quedaba inaugurada la fiesta.
   Estaba comenzando a darle la razón a Miqui y a no plantearme otro tema que el de pasármelo bien. Además Eddie me gustaba y estaba segura de que iba a ser un buen compañero esa noche. Bailaba casi con tanto ritmo como yo. 
Nos acercábamos, tonteábamos con las miradas y nos volvíamos a alejar impulsados por la música. También Miqui y Hulk habían comenzado a bailar, aunque tras un segundo trago a su cerveza, él sacó una papelina del bolso y vertió parte de un polvillo que, sin duda, era droga, en su botellín. Luego se acercó a Eddie y vertió el resto en la suya. Miré sorprendida cómo las agitaban y bebían.
    "Al menos", pensé, "ha tenido la delicadeza de obviar las nuestras, porque no se lo hubiera permitido y quizás hubiese provocado una discusión". 
No obstante, tras otro profundo trago a sus cervezas, aquellos chicos que en realidad eran hombres bien hombres, nos las ofrecieron para cambiarlas por las que nosotras bebíamos. Miqui aceptó, pero yo me negué, indicándoselo a Eddie con el dedo índice de mi mano derecha.
-Es un gesto de amistad y buen rollo -dijo él acercándose a mi oído y como si se sorprendiera de que no aceptase el intercambio.
-¿Qué le habéis echado? -me atreví a preguntarle.
Nuestras mejillas casi se rozaban porque no había otra manera de entenderse con aquel volumen de música. Apoyó una de sus manos en mi cadera y exclamó con tono sorprendido:
-Oh, es eso. Venga, Penélope, ¿crees que si fuese algo malo íbamos a ser tan tontos de beber?
-Igual vosotros pensáis que no es malo.
-Prueba y verás que no nos convertimos en zombis ni nada parecido -dijo, sonriendo mientras alejaba su rostro para mirarme a los ojos.
-Anda, Pe, no seas aguafiestas -me increpó Miqui.
-Yo no tomo drogas -dije con un poco de mala uva.
-Es cerveza, Penélope -me corrigió Eddie. 
Me gustaba la manera en que acaba de pronunciar mi nombre y el leve contacto de nuestros cuerpos al rozarse mientras me hablaba al oído. 
Aunque seguían atormentándome las dudas, cuando quise darme cuenta ya había logrado arrebatarme, por las buenas, mi botellín y colocar el suyo en mi mano. 
Volvió a chocarlo con el mío como en el momento del brindis y dijo:
-Por la chica más guapa que ilumina esta noche.
Esas bonitas palabras me llegaron al alma y me animaron a acercarlo a los labios. Al principio con algo de precaución, no lo niego, pero al comprobar que solo sabía a cerveza, apuré un buen trago al mismo tiempo que él.
-¿A que te gusta? me preguntó.
Se veía que se esmeraba por agradarme. Y era tan guapo...
-No está mal -le respondí sonriendo, y vacié el resto de la cerveza en mi boca.
Él se ofreció a recogerme el casco vacío, lo llevó a la mesa y a su regreso me tomó de los hombros y estampó un cariñoso beso en mi mejilla.
Puede que me pusiera colorada pero me gustó mucho ese bonito detalle.

Continuamos bailando... 

lunes, 22 de mayo de 2017

MIQUI VII
..Con solo cuatro o cinco pasos más, ya divisábamos la explanada que hay detrás de la escuela:
-Vaya cochazo -exclamé-. ¿No será el que espera por nosotras?
-Entonces por quien va a estar esperando.
Era un BMW blanco, nuevecito y, cuando estuvimos más cerca, pude comprobar que con los asientos de cuero.
   Eddie, que ocupaba la plaza de copiloto, se bajó del coche, nos saludó con dos besos, comentó lo guapas que íbamos y le cedió su plaza a Miqui. Luego abrió la puerta trasera y me invitó a entrar, sentándose a mi lado. El corazón comenzó a latirme muy deprisa. 
Vi que Miqui le acercaba la cara al que iba al volante para que la besara, imagino que con la intención de no ensuciarlo de carmín, aunque a él no le importó darle un pico en los labios.
Acto seguido extendió su mano hacia atrás y me dijo, "hola, guapa", mientras yo se la estrechaba. Mejor dicho, mientras yo apenas se la tocaba, entre otras cosas porque me pareció una mano muy grande, con los dedos largos y un sello de oro en el meñique en plan bastante hortera. Para colmo, en un segundo repasó con absoluto descaro mis piernas, que con aquella falda tan corta y sentada seguro que se le mostraban en toda su extensión.
Me ruboricé, junté las rodillas y con la otra mano tiré hacia abajo del dobladillo de la mini, procurando cubrirme aunque solo fuese un centímetro más.

   A primera vista no lo había reconocido. Llevaba el pelo tan largo como el mío, recogido en una cola, y vestía una camiseta de malla transparente en negro que parecía que iba a estallar bajo unos brazos exageradamente musculados. Ya entonces imaginé que a base de mucho gimnasio y proteínas, hormonas y todas esas guarradas que suelen venderles allí.
No entendía cómo Miqui se relacionaba con un macarra semejante. Pero cuando observé sus ojos a través del retrovisor del coche, una ráfaga de frío me subió por la espina dorsal. Era Hulk. Nunca he sabido su nombre porque todo el mundo le llamaba Hulk. 
Sus padres eran vecinos de mis tíos, los papás de Montse. Y, como mínimo pasaría de los treinta. Además estaba casado. Al menos el verano anterior lo había visto paseando por el pueblo con su esposa y un carrito de bebé. Así que si no se habían divorciado debía de seguir casado. 

Ese verano era la primera vez que lo veía, aunque él, según me confesó más tarde, sí que me había visto. 
   Nadie lo consideraba, lo que se dice una joya, precisamente. Solo cinco o seis años antes se había marchado a la capital de la provincia. Cada verano regresaba con unos cochazos como el de esa noche y en el bar pedía los whiskys más caros e invitaba a todos como si le sobrase el dinero. Vamos,  un auténtico fantasma, que es el calificativo más generoso que oí sobre él. 
CONTINUARÁ... mañana


domingo, 21 de mayo de 2017

MIQUI VI
 ... Afortunadamente no nos encontramos con nadie. La gente estaría cenando o en el bar a aquellas horas. Además Miqui eligió un camino que rodea el pueblo, como si tampoco a ella le apeteciese encontrarse con alguien. Aunque iba muy tranquila. De hecho, se detuvo, sacó un pintalabios del bolso, se los pintó de un carmín muy encendido y luego me lo pasó a mí.
-Ya te dije que nunca me pinto, Miqui. Y creo que por hoy con las pestañas ya vale.
-No vale, cielo. Estarás mucho más sexi con un poquito de color en tus carnosos labios.
-Pero es que no lo pretendo.   

-Si quieres, te dejo algo discreto -me respondió mientras buscaba en el bolso otra barra de un fucsia,  no tan llamativo como el que ella se había pintado. Parecía una vampiresa. Pero reconozco que estaba muy guapa. E increíblemente sexi. 
En realidad nos parecemos bastante. Compartimos rasgos comunes, salvo los ojos, que los suyos son oscuros casi negros y los míos, verdes. Y que yo soy bastante más alta.
Más de una vez nos preguntaron si éramos hermanas y también recuerdo cómo hasta solo unos días antes de aquella noche a mí me disgustaba que me comparasen con la prima gamberra de la familia. Pero es increíble cómo una sola noche puede cambiar la idea que te habías hecho de una persona.
Apenas me pasé la barra por los labios, pero la muy cuca me la arrebató diciendo:
-Ya veo que no te pintas, déjame a mí.
Y noté que me pintaba bien pintada, con varios toques en ambas direcciones.
-No te estarás pasando, Miqui.
-Con esos labios tan bonitos -dijo- hay que llamar la atención.
No me veía pero lo imaginaba.
-Preciosa -dijo mientras guardaba de nuevo los lipstick-. No entiendo por qué no te pintas si favorece mucho con esa piel tan pálida y suave tuya. Cuando te veas ya verás lo encantadora que estás.  Hoy no hay tío que se nos resista.
-Anda, no seas payasa -le dije, sonriendo. 
Había conseguido tranquilizarme con sus bromas y lo espontánea que es. Me estaba arrepintiendo de haberla considerado una cría. Entre otras cosas porque se comportaba como si fuese bastante mayor que yo. Aunque le dije:
-Si alguien nos ve con estas falditas tan cortas y pintadas, seguro que piensa que somos unas frescas.
-Qué importa lo que piensen -me respondió-. A los tíos les gusta que nos arreglemos en plan provocativo y, siendo tan jovencitas como nosotras, les pone un montón vernos pintadas como tías mayores y con estas minis teniendo unas piernas como las nuestras. No dirás que nosotras no estamos también muy buenas. Ya verás qué éxito. 
Le sonreí... CONTINUARÁ.


miércoles, 17 de mayo de 2017



 Aquella tarde, estaba tumbada en el césped con Montse, charlando y bronceándonos, cuando se me acercó Miqui. Se puso de rodillas y me susurró:
-Me ha invitado Eddie esta noche a una fiesta.
Yo pensé, “y a mí qué me cuenta esta tonta”.


Pero, en el mismo tono, para que no la oyera Montse, continuó diciendo:
-Quiere que te lleve conmigo. 
-¿Qué?
-Después hablamos.

   Me puse colorada. Me percaté de que Eddie me miraba de un modo descarado, como si pretendiera insinuarse. Yo le mantuve la mirada, pensando, “qué se habrá creído este guaperas, que todas estamos locas por él”. Aunque la verdad es que sentí como si sus intensos ojos azules me causaran cierta inquietud. 
Luego vi a Miqui levantarse para salirle al paso. Le estampaba un par de besos en las mejillas y mantenían una charla de varios minutos. Hasta que él se acercó al borde de la piscina y se tiró en plan chulo, con ese estilo que adoptan los chicos para impresionar cuando tienen chicas delante.
-¿Qué te ha dicho la prima? -me preguntó Montse.
-Nada, tonterías de Miqui -le respondí.
-Te han subido los colores, Pe.
-No seas boba. Será por el sol.
-Sí, el sol. Bueno, si no quieres decírmelo, tú verás.
-Que no era nada importante, cielo. Ya sabes que a veces se le ocurren chorradas. Para qué las voy a repetir.
   De todos modos, cuando al final de la tarde Montse pasó a los vestuarios a cambiarse, aproveché para ser yo la que me acercaba a Miqui a preguntarle, como si no la hubiese entendido bien:
-¿Qué me decías de una fiesta?
-Que Eddie nos invita a una fiesta que organiza esta noche.
-Pero Miqui, cariño, si ese tío nos dobla la edad.
-Solo tiene 28. 
-Solo.
-Lo que importa no es la edad. No dirás que no está como un queso.
-Es guapo, eso no lo niega nadie, pero...
-Está buenísimo, tía. Por si fuera poco, es muy simpático, ya verás. Y folla que ni te imaginas.
-Miqui, pero ¿te has acostado con él? -le pregunté seriamente extrañada.
-Me lo he tirado en su coche el fin de semana.
-Oye, guapa, pues que te conste que yo no tengo ninguna intención de follar, como tú dices, con nadie.
-No es obligatorio, Pe. 
-Olvídalo, Miqui. No cuentes conmigo.
Ya me giraba cuando me tomó del brazo y poniéndose seria intentó calmarme.
-Anda, escucha, no seas tonta, no te asustes, que te estoy gastando una broma. Eddie es un auténtico cielo, un tío muy legal . Y si me ha dicho que te invite a ti, será porque le gustas, ¿no te parece?
-¿Por qué no me ha invitado entonces él?
-Imagino que porque estabas con Montse.
-¿Y Montse no puede ir con nosotras?
-Me ha dicho que tú y yo. Si organiza la fiesta podrá elegir sus invitadas.
-Por otro lado, estoy segura de que abu no va a dejarme salir.
-¡Qué dices! si con abu se consigue lo que una quiera.
-Sí, pero mamá le ha advertido que no me permita que regrese por las noches tarde a casa. Imagina si le digo que vamos de fiesta con chicos mayores.
-Cielo, si ese es tu problema puedes estar tranquila. Le dices que te quedas a dormir conmigo y asunto arreglado.
-¿A ti te dejan que salgas?
-Mi padre está de viaje y mamá sabes que me consiente lo que quiero.
-Además apenas lo conozco, Miqui.
-Así puedes conocerlo mejor. Ya verás como es un tío muy majo. Anda, no me hagas quedar mal, que ya le he dicho que vamos.
-Oye, ¿y tú por qué hablas en mi nombre?
-Sabía que te iba a apetecer. Pocos días en este pueblo tiene una ocasión de divertirse en una fiesta y menos con tíos que estén tan buenos como Eddie. He quedado a las diez detrás de la escuela.
-¿Por qué detrás de la escuela?
-Nos esperan con el coche.
-Pero a dónde nos van a llevar.

-Oye, guapa, ¿no te parece que estás haciendo demasiadas preguntas?
-Es que si la fiesta no es en el pueblo no voy.
-Es muy cerca, pero a esas horas vamos mejor en coche. Anda, no pongas tantas pegas, que ya viene la prima Montse.
-Es que no sé, Miqui.
-Mira, para que se te quiten las dudas, te paso yo a recoger por casa de abuela, ¿vale?
-No te aseguro nada. Me lo tengo que pensar.
Miqui me sonrió y acto seguido se giró hacia sus amigas para seguir bromeando y cotilleando de los chicos de la pisci que les gustaban...
CONTINUARÁ...



martes, 16 de mayo de 2017

LAS APASIONANTES AVENTURAS VIVIDAS CON MI PRIMA MIQUI.

Mi amiga del alma cuando iba de vacaciones al pueblo era mi prima Montse. A la prima Miqui la considerábamos una cría. Y eso que aquel verano, yo acababa de cumplir los 16 y ella ya los había cumplido cuatro meses antes. Pero apenas me llegaba al hombro y siempre ha tenido una cara mona pero infantil. Sin embargo, le salieron muy pronto las tetas y tenía lo que los chicos llaman un buen culo, vamos, que era pequeña pero con curvas que le gustaba resaltar con falditas ajustadas y muy cortas y tops o camisetas de talla mini. Además, con esos años ya se pintaba y la verdad es que aún siendo tan baja atraía la atención de los chicos, y no solo de su edad.




   Desde muy niña fue bastante descarada. No se cortaba, le dijeran lo que le dijeran. Y esos detalles le crearon fama de frívola en el pueblo. Siendo sincera, la consideraban un poco putilla. Algo que no parecía importarle. También por eso yo, que tenía fama de chica formal, procuraba evitarla.

   El día del que voy a hablaros, llevaba ya más de medio mes de vacaciones en casa de la abuela y Miqui y yo simplemente nos habíamos dicho, hola, e intercambiado dos besos. Pero por la tarde en la piscina se me acercó. La había visto hablando en plan coqueto con Eddie, un chico francés bastante mayor que nosotras, como mínimo de 26 o 27.

   Sus abuelos emigraron a Francia de jóvenes, pero desde que yo recuerdo, sus padres, su hermana  pequeña, Denise, y él se pasaban buena parte del verano en la casa que aún conservaban en el pueblo. Su madre era una francesa muy guapa.



   Eddie era también guapísimo, alto, moreno y con unos preciosos ojos azules. Tenía mucho éxito con las chicas mayores, que andaban todas loquitas por él. Incluso alguna casada. Yo, en cambio, nunca me imaginé cosas (bueno, imaginar, imaginar puede que sí). Me refiero a que ni se me pasó por la cabeza que quisiera algo con una mocosa como yo, ni yo me planteaba la mínima relación con un chico que casi me doblaba la edad...

CONTINUARÁ...