viernes, 2 de junio de 2017

LA FIESTA DE MIQUI XVIII

...Al acercarnos a la puerta, me apoyó la palma de la mano en la espalda para que pasara delante y luego me dio un pequeño azote.
-Oye, no seas fresco. 
Sobre la mesa había cuatro cervezas abiertas. Hulk tomó dos y me acercó la mía.
-Ahora, ya tendrás sitio para otra -comentó.


-Eso espero -le dije. Aunque no creas, soy una chica muy meona.
-No te preocupes, me encanta ver mear a las chicas.
-Ya me había dado cuenta 

Sonreímos los dos y apuramos a la vez un profundo trago. No pensaba que Eddie y menos Miqui se hubieran atrevido a ponernos ningún tipo de sustancias en aquellas cervezas, aunque algunos minutos después me entraron serias dudas porque siendo una chica apasionada y que se excita con facilidad también soy tímida y acabaría aquella noche comportándome como una descarada tipo Miqui y más salida que una zorrita en celo. Y esa conducta solo podía deberse a los efectos de un poderoso estimulante.
Sin embargo, lo que más me sorprendió al entrar, no fueron las cervezas ni haberme atrevido a permitir que Hulk me tomase por el hombro, sino ver a Eddie y a Miqui.

La música que sonaba en ese momento era una música lenta, ideal para bailar agarrados, pero ellos dos ya no bailaban. Miqui se había colgado al cuello de él y se comían las bocas con verdadera ansia. Además ella no solo se había quitado el sujetador, sino que el trapito negro que observé sobre la mesa, sin duda era su tanga. Solo mantenía puesta su minúscula mini del mismo color.
Hulk, sin preocuparse de lo que estaban haciendo, apoyó sus dos manos en mi cintura con intención de iniciar un baile conmigo. Solo unos minutos antes se lo hubiera negado. Me seguía pareciendo un macarra y un tipo de poco fiar. Pero apoyé las mías en sus hombros y seguí su ritmo, no oponiendo ninguna resistencia cuando acercó tanto su cuerpo al mío que sentí algo que hoy no sabría explicar. 

Creo que me excitaba la manera de besarse y meterse mano Miqui y Eddie. 
Puede que también sintiera celos porque había dado por supuesto que el guapo chico francés sería mi pareja esa noche y Miqui me la estaba jugando. E imagino que influía lo que habíamos bebido. Pero me estaba poniendo muy muy cachonda. 
Hulk, agarrados bailaba mucho mejor. Y eso que me percaté de que procuraba no moverse apenas, si exceptuamos sus manos, que me recorrían la espalda y la columna vertebral arriba y abajo y solo se detenían para acariciarme la nuca o presionar mis nalgas de modo que sintiera su poderosa erección, pero manteniéndome de cara a aquellos dos tortolitos. Seguro que pretendía que me excitase la descarada manera en que mi prima y el francés se metían mano.

-¿Te gusta mirar? -me preguntó por sorpresa.

-¿Por qué lo dices?
-No te hagas la tonta. Imagino que te pone ver a esos dos.
-Ni los miro.
-No me mientas. Yo noto cuando una tía se está poniendo cachonda y tú lo estás.
-Oye, no seas cerdo.
Se apartó para mirarme, sonrió y luego me besó en la boca.
Ni tiempo me dio a negarme. Mientras me besaba seguía acariciándome el culito y pegándome a él, incluso por debajo de la mini, como ya había hecho una vez el muy cara dura. Notaba su mano fría encendiendo mi carne. Como incluso desde atrás se atrevió a rodearme hasta alcanzar con la punta de sus dedos mi sexo. Nunca había ni pensado que una pudiera correrse bailando, pero en ese momento yo estaba a punto. Aunque hubiera querido separarme de él no habría podido.
Lo abracé todo lo fuerte que pude deseando que me siguiese acariciando hasta conseguir mi éxtasis, pero entonces el muy cabrito se apartó, como si supiera lo que estaba pasando y pretendiera mantenerme en la excitación.
Incluso me atreví a decirle:
-¿Por qué te separas?
Sonrió de nuevo y acariciándome la cabeza dijo:
-Pronto lo sabrás. 

Yo miraba con disimulo. Y vi cómo Eddie acercaba a Miqui a la mesa, le apoyaba el culo en el borde y le subía la falda lo poco que era posible mientras ella le soltaba el cinto y le bajaba los pantalones y luego el slip. 
"No pensarán hacerlo con nosotros aquí delante", pensé. Pero ellos ni nos miraban, enfrascados en sus asuntos. 


Sin pensárselo dos veces, Miqui rodeó con sus piernas la cintura de Eddie mientras entrelazaba los dedos de sus manos en torno al cuello de él que, ya con los pantalones en los tobillos y empalmado, se le acercó para penetrarla tan fuerte que la obligó a chillar. Vamos, que quien había pretendido pasar por mi ligue esa noche tenía verdaderas ganas de follarse a mi prima. Y se la estaba follando ante mis narices.
Eso sí que me asustaba ahora, porque a pesar de lo caliente que estaba seguía negándome la posibilidad de echar un polvo con ninguno de aquellos tíos. Eddie me gustaba y me habría agradado mucho bailar con él, darnos un lote, esas cosas de adolescentes que a mí tanto me gustaban. Pero nunca nunca hacer el amor. Y si ahora el chico formal se estaba tirando a mi prima, cómo podría ni en mi más inmensa ingenuidad pensar que Hulk no iba a hacer lo propio conmigo.
"Bueno", me dije, "si me niego, no creo que vaya a forzarme".
Pero ni ese pensamiento me convencía demasiado a mí.
"Son las dos o las tres de la mañana, nos estamos dando un lote de miedo en una casa alejada, yo con un tipo de treinta años y seguro que una experiencia con tías que ni imagino y me hago la ilusión de que va a dejarme ir sin echarme un polvo. No seas tan ingenua, Pe". 
Esos pensamientos me estremecían. Yo solo había accedido a la invitación de Miqui con la idea de pasarlo bien una noche, pero nada que se pareciese a esto. 
Estaba luchando conmigo misma, pero mis fuerzas cada vez eran más débiles, porque Hulk seguía metiéndome mano, sabiendo lo que hay que hacer para calentar a una chica, y a mí, no lo niego, cada minuto que pasaba me gustaba más y era más esclava suya.
"Oh, Pe", fue mi último pensamiento, "lo que tenga que ser será. Me está bien empleado por fiarme de la zorrita de Miqui"...


...

No hay comentarios:

Publicar un comentario