Cuando finalizamos nuestro apasionado morreo, sacó su mano de debajo de la preciosa mini que vestía y la llevó a la zona alta de mi espalda para estrecharme contra su pecho. Suspiré. Me lo estaba pasando de cine. Muy, muy bien. Como no puede una imaginarse.
Y menos hubiera imaginado quién iba a ser el sinvergüenza que me regalaría tanta dicha esa noche.
Cuando paramos un momento de besarnos, acerqué mi mejilla a la suya y le estampé en ella un cariñoso beso, al que correspondió con lametones en mi cuello y susurrándome al oído, la chica encantadora que era.
Cuando paramos un momento de besarnos, acerqué mi mejilla a la suya y le estampé en ella un cariñoso beso, al que correspondió con lametones en mi cuello y susurrándome al oído, la chica encantadora que era.
-Penélope, nena, eres un encanto -fue lo que dijo y por primera vez en la noche me gustaba el sonido de la palabra, nena. Y siguió diciendo:- No sabes las ganas que tengo de...
-Pssssss -le dije yo, colocándole mi dedo índice sobre los labios.
Correspondió a mi sonrisa apretándome tan fuerte que consiguió elevarme en el aire mientras giraba con mi cuerpo volando como el de una bailarina de ballet.
-¿Sabes una cosa? Me caías fatal y nunca me hubiera imaginado contigo pero ahora tengo que reconocer que me gustas.
-Eso está muy bien, nena, tú también me gustas un montón.
-Las chicas siempre decían que estás muy bueno, pero yo solía contestarles que había oído que eras.... bueno, no lo digo.
-Lo puedes decir.
-¿no te parece mal que diga cabrón?
Me palmeó en el culo y me besó en la frente y por encima de su hombro pude fijarme en lo que estaban haciendo Eddie y Miqui y lo único que se me ocurrió pensar fue, "Dios mío, si no les importa echar un polvo sabiendo que los estoy mirando". Como si lo que hacíamos Hulk y yo fuera una inocente escena de enamorados.
Un nuevo suspiro recorrió mi garganta. Pero no creo que me oyera nadie porque los chillidos escandalosos de la prima con cada penetración de Eddie silenciaban todo lo demás. Casi hasta la música. Y eso que continuaba sonando a tope.
No podía seguir soportando lo que veía (quería pensar que era eso lo que ya no soportaba, la muy tontita). Entorné de nuevo los párpados y le susurré al oído a Hulk:
-Oye, prefiero que nos vayamos de aquí.
-Eso mismo estaba pensando yo -me contestó.
-¿Has visto? -le pregunté convencida la ingenua de mí que quizás como bailaba de espaldas a ellos no se había enterado de lo que hacían.
-Déjalos que se diviertan. Tu prima es una viciosilla de primera.
-Vaya, mi prima. ¿Y de Eddie no dices nada?
-Bueno, los franceses también tienen fama de viciosos.
-Es que me pareces tú un poquito machista.
-Si te refieres a muy macho, lo soy.
-Anda, no seas tan presumido -le dije mientras le pellizcaba la cintura con gesto coqueto.
Detuvo el movimiento de sus pies y, como si levantara una pluma, me cargó en sus fuertes brazos y empezó a caminar.
Sorprendida, me colgué de su cuello como cuando bailábamos.
-¿Adónde me llevas? -le pregunté. Me parece que con la voz un poco mimosa que me sale cuando estoy excitada.
-No querrás que volvamos a la calle.
-Oh, no, ahora no es necesario.
-Creo que estás muy caliente.
-Si lo estoy es porque me has puesto tú, ¿sabes?.
-Por eso tengo que satisfacerte.
-¿A qué te refieres?
-No te lo imaginas?, nena. Ya te dije que te iba a echar el polvo de tu vida.
Sonreímos. Uno de sus brazos me ceñía la espalda y el otro lo notaba firme bajo mis muslos. Volvía a latirme rápido rápido el corazón.
-Oye, Hulk, ¿sabes una cosa?
-¿Qué? bonita.
-Me da un poquito de miedo hacerlo contigo.
-No tienes nada que temer. No voy a pegarte.
-Imagino. Pero nunca he estado con un tío tan mayor y...
-¿Eres virgen? -me preguntó sonriendo, seguro de conocer la respuesta.
-No es eso, pero...
-Lo único que voy a hacer es darte mucho placer
-Prométeme que no me vas a hacer daño.
El muy cabrito sonrió, me dio un beso en los labios y luego dijo:
-Seguro que nunca te han hecho tan feliz. Tú déjate llevar.
.... CONTINUARÁ.
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