jueves, 8 de junio de 2017

LA FIESTA CON MIQUI XXI


Al pasar entre los pliegues de la cortina comprobé que en el espacio al que accedíamos solo había dos colchones tirados en el suelo y a la cabecera una especie de espalderas de gimnasio con cintas de tela y cuero que colgaban de los listones horizontales.

Me pareció un sitio perturbador, pero con lo cachonda que Hulk había logrado ponerme no quise plantearle pegas. Es más, mientras pasábamos entre las cortinas acerqué mis labios a su mejilla provocando que me diera otro apasionado beso, sin detenerse siquiera. Yo entonces me colgué de su cuello y lo besé también apasionadamente.
Imagino que no se lo esperaba pero es que para entonces ya había aceptado que estaba muy bueno y que me ponía un montón.
Nadie que me conociese imaginaría que iba a enrollarme con un tío mayor y macarra como Hulk. Pero cualquiera que me conociese mejor sabría que ese tío despertaba en mí sensaciones que ningún otro chico ni hombre había despertado jamás  y estaba dispuesta a aprovecharlo.
Él apoyó sus manos en mi culo y yo me puse de puntillas para que pudiera pegarme bien pegada a él. Noté que lo había puesto muy cachondo y eso también me gustaba.
Tampoco protesté cuando me acercó al borde de uno de los colchones y tomándome por los hombros me ayudó a tenderme. 
-Quiero que te acuestes boca abajo- me dijo.
Yo lo obedecí.
-Y que te relajes, como si estuvieras en la piscina.
-Vale- le dije.
Imagino que parecía la zorrilla que unos segundos antes yo misma había considerado a Miqui, porque me miraba con los ojos enrojecidos, una mirada de auténtica lujuria.
Me palmeó el culo y volvió a incorporarse desde la postura que debió adoptar para acostarme, murmurando entre dientes algo parecido a, "pero qué buena estás, nena".

Acto seguido percibí cómo acababa de desnudarse completamente mientras yo buscaba acomodo sin aplastarme la nariz y permanecía tendida, temblando de ansiedad por lo que presentía y ni en mis sueños más locos hubiera imaginado.
Al terminar de desnudarse, se colocó de rodillas rodeando mis piernas. 
-Te noto tensa, nena.
-No, Hulk.
Me dio un azote suave y dijo:
-Pues quiero que te relajes más.
Me volvían a revolotear las mariposas en el estómago. Cómo quería que me relajase. Y para qué. Seré tonta. Muy pronto iba a saberlo. La tenía tan grande que no quería hacerme daño y para eso me necesitaba bien abierta.
Oíamos la música. 
Lo curioso es que al vernos allí solos los dos, volví a sentirme nerviosa. Seguía desconociendo las intenciones de Hulk. No la intención principal, claro. Me refiero a otras intenciones en un tío como él. 

A pesar de las cosas bonitas que habíamos compartido y de lo excitada que había conseguido ponerme, no me olvidaba de que era un tipo mayor, con fama de canalla, y que muy probablemente desde antes de que Miqui me informase de la invitación de Eddie a esa fiesta, se había propuesto acabar acostándose conmigo esa noche. Y yo era una simple yogurina de 16, sin apenas experiencias con chicos. Menos con tíos como Hulk. Aunque también reconozco que a cada minuto que pasaba me caía mejor y ya no solo consideraba que estaba muy bueno, sino que incluso había llegado a parecerme guapo de veras.
Recorrió mi espalda con las yemas de sus dedos, como si fuera a darme un masaje, y cuando llegó a los hombros me los presionó. .
Luego tomó mis manos y me las colocó a la altura de la zona lumbar.
Entonces sí le pregunté, un poquito nerviosa:
-¿Qué haces, Hulk?
No respondió.
Había retirado una cinta de los listones de la espaldera.
-¿Piensas atarme? -le volví a preguntar cuando ya el suave tacto de una tela oscura ceñía mis muñecas.
-Oye -le advertí- prefiero que no me ates.
-Cambiarás de opinión -dijo secamente. Y continuó trenzando varios nudos que inmovilizaban mis manos... CONTINUARÁ



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