LAS APASIONANTES AVENTURAS VIVIDAS CON MI PRIMA MIQUI.
Mi
amiga del alma cuando iba de vacaciones al pueblo era mi prima
Montse. A la prima Miqui la considerábamos una cría. Y eso
que aquel verano, yo acababa de cumplir los 16 y ella ya los había
cumplido cuatro meses antes. Pero apenas me
llegaba al hombro y siempre ha tenido una cara mona pero infantil.
Sin embargo, le salieron muy pronto las tetas y tenía lo que los
chicos llaman un buen culo, vamos, que era pequeña pero con curvas
que le gustaba resaltar con falditas ajustadas y muy cortas y tops o
camisetas de talla mini. Además, con esos años ya se pintaba y la
verdad es que aún siendo tan baja atraía la atención de los
chicos, y no solo de su edad.
Desde
muy niña fue bastante descarada. No se cortaba, le dijeran lo que le
dijeran. Y esos detalles
le crearon fama de frívola en el pueblo. Siendo sincera, la
consideraban un poco putilla. Algo que no parecía importarle. También por eso yo, que tenía fama de
chica formal, procuraba evitarla.
El
día del que voy a hablaros, llevaba ya más de medio mes de
vacaciones en casa de la abuela y Miqui y yo simplemente nos habíamos
dicho, hola, e intercambiado dos besos. Pero por la tarde en la
piscina se me acercó. La había visto hablando en plan coqueto con
Eddie, un chico francés bastante mayor que nosotras, como mínimo de
26 o 27.
Sus
abuelos emigraron a Francia de jóvenes, pero desde que yo recuerdo,
sus padres, su hermana pequeña, Denise, y él se pasaban buena
parte del verano en la casa que aún conservaban en el pueblo. Su
madre era una francesa muy guapa.
Eddie
era también guapísimo, alto, moreno y con unos preciosos ojos
azules. Tenía mucho éxito con las chicas mayores, que andaban todas
loquitas por él. Incluso alguna casada. Yo, en cambio, nunca me
imaginé cosas (bueno, imaginar, imaginar puede que sí). Me refiero
a que ni se me pasó por la cabeza que quisiera algo con una mocosa
como yo, ni yo me planteaba la mínima relación con un chico que
casi me doblaba la edad...
CONTINUARÁ...
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