Aquella
tarde, estaba tumbada en el césped con Montse, charlando y
bronceándonos, cuando se me acercó Miqui. Se puso de rodillas y me susurró:
-Me
ha invitado Eddie esta noche a una fiesta.
Yo
pensé, “y a mí qué me cuenta esta tonta”.
Pero,
en el mismo tono, para que no la oyera Montse, continuó diciendo:
-Quiere
que te lleve conmigo.
-¿Qué?
-Después
hablamos.
Me
puse colorada. Me
percaté de que Eddie me miraba de un modo descarado, como
si pretendiera insinuarse. Yo le mantuve la mirada, pensando, “qué
se habrá creído este guaperas, que todas estamos locas por él”.
Aunque la verdad es que sentí como si sus intensos ojos azules me
causaran cierta inquietud.
Luego
vi a Miqui levantarse para salirle al paso. Le estampaba un par de
besos en las mejillas y mantenían una charla de varios minutos.
Hasta que él se acercó al borde de la piscina y se tiró en plan
chulo, con ese estilo que adoptan los chicos para impresionar cuando
tienen chicas delante.
-¿Qué
te ha dicho la prima? -me preguntó Montse.
-Nada,
tonterías de Miqui -le respondí.
-Te
han subido los colores, Pe.
-No
seas boba. Será por el sol.
-Sí,
el sol. Bueno, si no quieres decírmelo, tú verás.
-Que
no era nada importante, cielo. Ya sabes que a veces se le ocurren
chorradas. Para qué las voy a repetir.
De
todos modos, cuando al final de la tarde Montse pasó a los
vestuarios a cambiarse, aproveché para ser yo la que me
acercaba a Miqui a preguntarle, como si no la hubiese entendido bien:
-¿Qué
me decías de una fiesta?
-Que
Eddie nos invita a una fiesta que organiza esta noche.
-Pero
Miqui, cariño, si ese tío nos dobla la edad.
-Solo
tiene 28.
-Solo.
-Lo
que importa no es la edad. No dirás que no está como un
queso.
-Es
guapo, eso no lo niega nadie, pero...
-Está
buenísimo, tía. Por si fuera poco, es muy simpático, ya verás. Y
folla que ni te imaginas.
-Miqui,
pero ¿te has acostado con él? -le pregunté seriamente extrañada.
-Me
lo he tirado en su coche el fin de semana.
-Oye,
guapa, pues que te conste que yo no tengo ninguna intención de
follar, como tú dices, con nadie.
-No
es obligatorio, Pe.
-Olvídalo,
Miqui. No cuentes conmigo.
Ya
me giraba cuando me tomó del brazo y poniéndose seria intentó
calmarme.
-Anda,
escucha, no seas tonta, no te asustes, que te estoy gastando una
broma. Eddie es un auténtico cielo, un tío muy legal . Y si me ha
dicho que te invite a ti, será porque le gustas, ¿no te parece?
-¿Por
qué no me ha invitado entonces él?
-Imagino
que porque estabas con Montse.
-¿Y
Montse no puede ir con nosotras?
-Me
ha dicho que tú y yo. Si organiza la fiesta podrá elegir sus
invitadas.
-Por
otro lado, estoy segura de que abu no va a dejarme salir.
-¡Qué
dices! si con abu se consigue lo que una quiera.
-Sí,
pero mamá le ha advertido que no me permita que regrese por las
noches tarde a casa. Imagina si le digo que vamos de fiesta con
chicos mayores.
-Cielo,
si ese es tu problema puedes estar tranquila. Le
dices que te quedas a dormir conmigo y asunto arreglado.
-¿A
ti te dejan que salgas?
-Mi
padre está de viaje y mamá sabes que me consiente lo que quiero.
-Además
apenas lo conozco, Miqui.
-Así
puedes conocerlo mejor. Ya verás como es un tío muy majo. Anda, no
me hagas quedar mal, que ya le he dicho que vamos.
-Oye,
¿y tú por qué hablas en mi nombre?
-Sabía
que te iba a apetecer. Pocos días en este pueblo tiene una ocasión
de divertirse en una fiesta y menos con tíos que estén tan buenos
como Eddie. He quedado a las diez detrás de la escuela.
-¿Por
qué detrás de la escuela?
-Nos
esperan con el coche.
-Pero
a dónde nos van a llevar.
-Oye,
guapa, ¿no te parece que estás haciendo demasiadas preguntas?
-Es
que si la fiesta no es en el pueblo no voy.
-Es
muy cerca, pero a esas horas vamos mejor en coche. Anda, no pongas
tantas pegas, que ya viene la prima Montse.
-Es
que no sé, Miqui.
-Mira,
para que se te quiten las dudas, te paso yo a recoger por casa de
abuela, ¿vale?
-No
te aseguro nada. Me lo tengo que pensar.
Miqui
me sonrió y acto seguido se giró hacia sus amigas para seguir
bromeando y cotilleando de los chicos de la pisci que les
gustaban...
CONTINUARÁ...
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